jueves, 1 de enero de 2009

Hasta arriba

El suelo está muy sucio y la barra todavía peor. Paredes pintadas de un desagradable color, adornadas en un intento de triunfo por mentiras, recuerdos olvidados y gritos de borrachos que no pueden pagar. Los taburetes cojean y a ver quién es el listo que se atreve a sentarse en una mesa. Es un lugar de mala muerte. Pero aún así, avanza desde la puerta hasta el taburete. El camarero lo mira con cara de pocos amigos, no se pregunta porqué. Entiende que no le guste su trabajo. Con mucha experiencia que tiene, nunca ha visto a un camarero estar al otro lado de la barra, bebiendo para olvidar. Olvidando sin beber, perdiendo aquello que aún le pudiera quedar. Pide un vaso de whisky, barato. "Hasta arriba". Y esa frase... "Deje la botella en la barra". Tiene suficiente dinero para permitirse que ese líquido amargo que tanto detesta le haga olvidar. Antes de beber lo mira. No sabe como va a volver. Ni siquiera se ha preocupado de procurarse cierta decencia. Tampoco le importa. Bebe un vaso y dos y tres... Respira y suspira, grita y susurra... Bebe cuatro, cinco y seis... Se echa a llorar y se ríe... Bebe siete, ocho y nueve... La cordura poco le aguanta. Y acaba pidiéndole al camarero que brinde bebiendo con él.

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